La historia, varias centurias atrás era totalmente distinta. El sabio suizo Moisés Bertoni fue un exhaustivo investigador de las costumbres y el estilo de vida de los guaraníes, gracias a él tenemos registrado en varios volúmenes toda la rica y preponderante historia guaranítica, donde resalta la importancia científica y práctica de la medicina que desarrollaban, con un profundo conocimiento de todo lo que le proveía la naturaleza.
Y para dar sustentación a estas afirmaciones iremos comentando por parte como practicaban y que resultado obtenían de la ciencia que utilizaban.
Al respecto, la higiene era un factor gravitante para que ellos gozaran de una magnífica salud que observaba como consecuencia una extraordinaria longevidad que ponía de manifiesto la excelencia de su profunda observación de sobre todo lo que importaba para gozar de un cuerpo sano, fuerte, que le permitía enfrentar los riesgos que hoy día nosotros no podemos resistir.
Valor excepcional dará al estudio de la higiene guaraní la comprobación de que este pueblo fue tan longevo, que muy probablemente ninguna otra etnia le igualó en la duración de la vida, sobre lo que el célebre naturalista Marcgrav dijo “tenían larga vida y se podía ver entre ellos muchos viejos de 100 a 120 años”
“Aunque muchísimos llegaban a la edad de 120 años, pocos son los que tenían cabello blanco o tordillo” y agrega que tan larga y fuerte vejez debía atribuirse, no solamente a la salubridad del clima, sino a su especial régimen alimenticio y manera de vivir.
"Su vejez es extremadamente vigorosa; a los noventa años los hombres tienen todavía hijos; y un gran número entre ellos, que tienen más de cien años, no tienen un pelo blanco”. La vida ordinaria de nuestros Karaìves, como llamaban a los ancianos guaraníes era de 150 años y a veces más.
En tanto que el estudioso antropólogo Rochefort aseguró que “no solamente hablaban con facilidad, más también conservaban la memoria, y su hablar era muy atinado”.
Prosiguiendo con los comentarios de estos estudiosos de la vida de los guaraníes, ellos señalaban que “eran sobrios y frecuentemente ayunaban”, “nunca cometían excesos, ni en el comer ni en el beber”, “nunca comían frutas alteradas, ni que no esté bien madura, ni comida que no esté bien cocida” se entiende la que por su naturaleza debe serlo.
Por su parte, Du Montel y Rochefort ponderaban la sobriedad de esta raza y comentaban “no comen a hora fija; pues su reloj es su estómago- es decir que no comían cuando no tenían apetito- y si era preciso para preparar bien los alimentos (que solían cocer muy lentamente y con poco fuego) aguantaban el hambre con la mayor paciencia”
Su sobriedad no se limitaba al comer poco o comedidamente. Se esmeraban también en combatir el vicio de la gula “eran sobrios y detestaban las delicias y golosinas, y a todo lo que podía debilitar a su espíritu” “No eran capaces de tomar un trago de aguardiente, rechazaban toda bebida etílica, tomaban muy poco mate y no habitualmente, fumaban poco durantes breves momentos y no todos los días, pues tanto al tabaco como al mate los tenían más bien como remedios”
Esa sobriedad se desmentía sólo en ocasión de las grandes reuniones; y si en algunas de tales reuniones se excedían, era sólo en el beber. Además, su “kauî” (bebida fermentada preparada generalmente de maíz, mandioca,etc) era muy poco alcohólico y ninguna de ellas fue comparable en fuerza a las bebidas actuales.
Ayunaban obligatoriamente en muchas ocasiones, los ayunos fueron frecuentes y en general rigurosos. Aunque los motivos variasen mucho, prácticamente el ayuno guaraní representaba una verdadera institución. Había ayunos místicos, ayunos medicinales, ayunos de educación de la voluntad, y otros eventuales. Por lo demás, el saber resistir al hambre durante mucho tiempo, siempre fue un deporte entre estos indígenas.
Otra de sus costumbres era la de “No dar nunca nada que comer a los enfermos, mientras ellos no lo pidan aunque pasen un mes sin alimentos” en general desde que se siente atacado por alguna enfermedad, el Guaraní se acuesta, se envuelve, evitando la luz y el hablar, permanece largas horas sin moverse, a veces días enteros, como en un profundo letargo, y esto sobre todo ocultando en lo posible sus dolores. Si no sobrevienen síntomas alarmantes, nadie le habla ni le estorba; sólo se coloca algún cántaro con agua al alcance de su mano.
Referencia Bibliográfica: Bertoni, M “La civilización Guaraní” (1927)
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