“Es muy probable que sigamos viendo un aumento en la frecuencia y la gravedad de los incendios ”| ENTREVISTA
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James MacCarthy se dedica a estudiar los incendios forestales. Como investigador de Global Forest Watch —una plataforma de monitoreo satelital de bosques— pasa mucho tiempo analizando dónde y cómo ocurren los fuegos. “Me interesé en estudiar los incendios cuando vivía en el oeste de los Estados Unidos y había días en los que estos eran tan graves que no podías salir porque el aire estaba lleno de humo”, recuerda durante su conversación con Mongabay Latam para hablar de los incendios forestales que ocurren actualmente en Latinoamérica.
En esta entrevista, MacCarthy comenta, por ejemplo, que este año en Perú las alertas han sido más del doble del promedio de lo que se ha visto en las últimas dos décadas. En el caso de Bolivia señala que el país tiene el doble de alertas que en años anteriores, mientras que Brasil, al parecer tendrá, este año una de las peores temporadas de incendios.
Su experiencia en programas de conservación de bosques y de vida silvestre le permite también analizar, desde una perspectiva más amplia, la relación de los incendios forestales con la deforestación, los riesgos de que estos se agudicen por el cambio climático y los impactos que deja el fuego en los ecosistemas. “La deforestación está muy relacionada con los incendios, por eso creo que hay una conexión muy estrecha entre esos dos problemas”, precisa.
—Empecemos hablando del monitoreo que realiza Global Forest Watch para detectar focos de calor e incendios forestales. ¿Cómo se realiza y qué nos pueden decir las imágenes satelitales?
—La principal fuente de la información en tiempo real que tenemos en Global Forest Watch proviene de diferentes satélites de la NASA. Tenemos información del sensor MODIS [Moderate-Resolution Imaging Spectroradiometer] desde el año 2001, por lo tanto, tenemos un largo periodo de tiempo para mirar hacia atrás. Por otro lado, los satélites de visualización solo han estado operativos desde 2012, pero ofrecen datos de mayor resolución. Son los dos tipos principales de satélites que detectan los focos de calor en la tierra, es decir, áreas donde la temperatura es muy alta, por encima del promedio normal. Hemos recopilado esta información y la hemos analizado durante los últimos 20 años, tenemos gráficos que muestran rangos en los que esperamos que los incendios desciendan en una época determinada del año. Sin embargo, lo que hemos visto en Perú este año es que las alertas han sido más del doble del promedio de lo que hemos visto en las últimasdos décadas.
—¿Es preocupante lo qué está pasando en Latinoamérica?
Está muy por encima de lo normal, es inusual. Además, hemos observado un aumento en la pérdida de cobertura arbórea en los últimos 23 años debido a los incendios forestales en toda América Latina. De hecho, ha habido un aumento de los incendios forestales.
—¿Qué tanto han aumentado?
Tenemos cifras para el Trópico en términos de pérdida de cobertura arbórea. Eso incluye áreas como África y el sudeste asiático. En los trópicos hemos visto un 9 % de incremento por año. Ahora tenemos aproximadamente tres veces más cobertura arbórea perdida debido a los incendios forestales que lo que sucedía hace 23 años.
—Usted ha dicho que Perú enfrenta una situación inusual de incendios forestales este año. ¿Qué está sucediendo en otros países como Brasil y Bolivia?
—Tanto Bolivia como Brasil tienen una cantidad inusualmente alta de incendios. Bolivia creo que tiene el doble de alertas que en años anteriores; mientras que Brasil al parecer tendrá una de las peores temporadas de incendios este año, pero potencialmente no son los peores incendios que han experimentado en los últimos 20 años. Si vemos la actividad de los incendios en los últimos 23 años en toda América del Sur, hay evidencia que sugiere que se están volviendo más frecuentes y severos de lo que han sido en el pasado, incluso en áreas inesperadas como el Cerrado en Brasil. Realmente sorprende el aumento de incendios en la selva amazónica, que históricamente era escenario de muy pocos incendios y donde las especies de flora y fauna que la habita no están adaptadas a lidiar con el fuego. Incluso los incendios forestales ocasionales pueden tener impactos dañinos en este ecosistema.
—¿Por qué está ocurriendo esto?
—Hay varias razones para este aumento de incendios forestales. Creo que una de ellas es simplemente que tenemos décadas de actividades que causan deforestación. La selva juega un papel muy importante en la regulación del clima y hay estudios que han demostrado que la deforestación que ha ocurrido en los últimos 20 años ha provocado el calentamiento y la desecación de la atmósfera. Eso, combinado con el cambio climático global, que también está aumentando las temperaturas, hace que los patrones de lluvia se vuelvan más erráticos. Además, el fenómeno de El Niño que estuvo presente hasta mayo de este año también pudo reducir las precipitaciones en la Amazonía.
—Pero, ¿por qué ahora los incendios forestales son peores que en épocas anteriores?
—Creo que parte de esto se debe simplemente a la acumulación, a lo largo del tiempo, de la pérdida de bosques y también por el cambio climático. El 2023 fue el año más cálido registrado en la historia y este 2024 va camino a ser el año más cálido. Por lo tanto, es realmente una combinación de todos estos factores que se han acumulado durante las últimas dos décadas. Creo que eso contribuye a los incendios forestales masivos que estamos viendo actualmente.
—¿Qué zonas del planeta presentan la mayor cantidad de incendios forestales masivos?
—A nivel mundial estamos viendo un aumento en la gravedad de los incendios forestales. De hecho, escribimos un artículo sobre los incendios forestales sin precedentes en Canadá, donde se quemaron aproximadamente seis veces la cantidad promedio de cobertura arbórea arrasada por el fuego en los últimos 20 años. Hemos visto también que Rusia tuvo recientemente, en 2021, una de sus peores temporadas de incendios, así como Australia en 2020.
Otro artículo reciente también encontró que la gravedad de los incendios está aumentando a nivel mundial. Se está viendo en todas partes. Están aumentando los incendios forestales graves como los mencionados antes y en el caso de la selva amazónica, eso no lo habíamos visto antes, y eso hace que los incendios en América del Sur sean realmente únicos.
—¿Qué está pasando con la Amazonía?
—De lo que hemos reunido en nuestra investigación, parece que la deforestación es uno de los principales impulsores de la expansión de los incendios en la Amazonía. Como parte de la deforestación se construyen redes de carreteras y eso facilita el acceso a la parte más profunda del bosque y, luego, como parte de las actividades de desmonte,, se prende fuego para retirar los escombros. Cuando las condiciones son muy cálidas y secas, como está sucediendo debido al cambio climático y El Niño, hay mayores probabilidades de que esos incendios se propaguen más lejos y más profundo en el bosque.
—¿Cómo enfrentar la deforestación y los incendios forestales en la Amazonía?
—En la Amazonía, prácticamente todos los incendios forestales son provocados por el hombre, por tanto, están relacionados con la actividad de deforestación. Existe una asociación muy estrecha. Creo que es uno de los factores clave, además del cambio climático, pero es, quizás, más fácil de controlar a través de políticas y de la aplicación de las leyes existentes.
El cambio climático es un problema global en el que se debe trabajar de manera conjunta para resolverlo. En cambio, los países, de manera individual, pueden actuar para aplicar regulaciones más estrictas para la deforestación. A inicios de este año, Global Forest Watch reveló que la deforestación en la Amazonía brasileña disminuyó por primera vez en varios años; y de alguna manera ese resultado dio esperanza de que la nueva administración en ese país estuviera abordando el problema. Es difícil decir si se puede culpar a la actual administración por los incendios, más bien creo que es la acumulación de la deforestación a lo largo de los últimos 20 años y la situación empeora si se suma El Niño y el cambio climático.
—¿Cree que se pueden prevenir los incendios a través de la información satelital?
—Hay un sistema llamado Índice Meteorológico de Incendios que muchos países han utilizado para identificar áreas que están en riesgo de incendios forestales y que utiliza datos sobre las temperaturas, la precipitación, la velocidad del viento y algunas otras variables. Los valores superiores a 50 en este índice, se consideran condiciones meteorológicas extremas para los incendios. Esta información puede ayudar a los municipios a determinar qué áreas necesitan implementar prohibiciones de quema o decirle a la gente dentro de esas áreas que no quemen. Por lo tanto, algunos de los datos satelitales pueden ayudar con la planificación en ese sentido. Creo que también se deben mirar los datos históricos para entender hacia dónde se ha dirigido el fuego en el pasado y prepararse para el futuro.
—De acuerdo a la experiencia de Global Forest Watch, ¿los gobiernos han tomado esta información para prevenir incendios o mejorar sus políticas públicas?
—Sí, creo que los gobiernos han tratado de implementar esto en sus estrategias de monitoreo y gestión de incendios. Este año todo el mundo esperaba que Indonesia tuviera una temporada de incendios realmente crítica, porque el año anterior fue terrible, pero no tuvieron tantos fuegos. Es difícil de decir, pero parece que el gobierno tomó algunas medidas proactivas para evitar que se produjeran incendios como esos o los que ocurrieron en 2016. Pero no tengo muchos ejemplos de cómo específicamente un gobierno haya promulgado una política que, finalmente, haya derivado en menos incendios.
—Hablemos de los impactos de los incendios. ¿Cuáles son los daños que están causando los incendios forestales forestales en los países de América Latina?
—El mayor impacto es en la estructura del bosque. Puede tomar mucho tiempo para que un bosque se recupere al nivel en el que estaba antes. También está la cantidad de carbono que se almacena en los bosques, ese es uno de los grandes impactos en los que tendremos que centrarnos, especialmente en la Amazonía, porque gran parte del carbono se almacena sobre el suelo y, por tanto, la quema de los árboles libera una gran cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, lo que también puede exacerbar, aún más, el cambio climático.
También hay impactos en la biodiversidad, porque muchas de las especies que viven en esas áreas no han enfrentado el fuego y no están adaptadas. El impacto es también para las comunidades indígenas que dependen del bosque para su sustento. También hay efectos negativos por el humo. Por ejemplo, en Bolivia la calidad del aire ha llegado a ser 40 veces peor que los niveles normales y eso afecta áreas que están a cientos y miles de kilómetros de distancia de donde se producen los incendios.
Supongo que tendremos que esperar hasta que los incendios terminen y se elaboren artículos académicos para ver hasta dónde llegarán los efectos del humo de los incendios que están ocurriendo ahora en Sudamérica. Se han hecho estudios, uno de ellos ha seguido los incendios en Indonesia en 2016, que han descubierto que hubo decenas de miles de muertes prematuras como resultado de la mala calidad del aire. Las personas que padecían afecciones respiratorias o problemas cardíacos se vieron agravadas por este tipo de cosas.
—¿Cuáles son las perspectivas para el futuro?
—El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente publicó un informe hace un tiempo en el que usaron datos climáticos para calcular cuántos incendios habrá a finales de siglo y, según sus cifras, es probable que veamos un aumento de los incendios forestales de entre el 30 % y el 50 % de lo que estamos viendo hoy. No es un problema que vaya a desaparecer, y eso es en escenarios climáticos relativamente optimistas, en los que estamos logrando mantener el calentamiento por debajo de 1.5 grados Celsius. Es muy probable que sigamos viendo un aumento en la frecuencia y la gravedad de los incendios forestales a nivel mundial durante la próxima década, a menos que comience a producirse una rápida transformación de las sociedades y se observe una disminución en la cantidad de dióxido de carbono emitido.
—¿Qué soluciones se pueden plantear?
—Como dije, el problema no va a desaparecer. Por eso, tenemos que aprender a vivir en un entorno donde los incendios son más frecuentes. Eso implica una gestión más activa de los fuegos, implementando quemas controladas en áreas donde se ha producido una cantidad importante de combustible que se puede incendiar en cualquier momento. También implementar prohibiciones de quema donde sea necesario. Además, se debe trabajar con las comunidades para que entiendan que realizar quemas cuando las temperaturas son realmente altas, y el clima es realmente seco, puede tener graves consecuencias.
—El fuego es un componente natural de algunos ecosistemas…
—Sin duda hay algunos ecosistemas donde el fuego es importante y realmente necesario para que sobrevivan muchas especies, como ocurre en el bosque boreal en Canadá, donde muchas de las especies de árboles no pueden reproducirse sin alguna actividad de incendios. En América del Sur, por ejemplo, el Cerrado tiene un patrón de quema frecuente como parte natural del ecosistema, donde ocurren incendios de baja intensidad cada dos a siete años. Eso permite también a esos ecosistemas eliminar las plagas, pero las plantas y animales que viven en esas áreas se han adaptado a esos regímenes de incendios a lo largo de miles de años.
Pero lo que estamos viendo ahora es que ha habido un aumento en la gravedad de los incendios. Por lo tanto, ya no son sólo incendios de baja intensidad. Son muy graves y podrían terminar destruyendo gran parte de la vegetación nativa en algunos casos. Es importante entender que en lugares como la selva tropical, donde históricamente hay muy poca actividad de incendios, debemos evitar que los incendios se repitan.
—Muchas veces los agricultores hacen quemas para renovar las tierras y empezar un nuevo ciclo agrícola. ¿Eso tiene algún sustento?
—Es una tradición que muchas culturas en Sudamérica y otros países tienen para ayudar a devolver nutrientes al suelo y, de hecho, lo hacen. Pero hay otras alternativas, aunque algunas de ellas son costosas, por lo que tal vez no sea factible para los pequeños agricultores. Lo importante es tener cuidado con el momento en el que se realizan estas quemas para limpiar la tierra. Si no ha llovido en meses y las temperaturas son realmente altas, los peligros de incendio también son muy altos.
—También se provocan incendios con la intención de ampliar la frontera agrícola y ganadera. ¿Los análisis satelitales permiten establecer alguna relación entre estas actividades y los incendios?
—Existen investigaciones disponibles que han demostrado que existe una relación muy estrecha entre la expansión de la agricultura, la deforestación y la actividad de los incendios. Las actuales tasas de incendios son mucho más altas en áreas que están siendo deforestadas activamente, en comparación con otras áreas que no están experimentando deforestación.
—¿Qué se puede hacer al respecto?
—Una posible solución es trabajar con las comunidades locales y los pueblos indígenas para implementar estrategias de gestión de incendios. Incorporar sus tradiciones de quema, pero también usar la ciencia y los datos que recopilan varias organizaciones meteorológicas para ayudar a reducir el riesgo de que los incendios se propaguen sin control. Creo que esas han sido algunas de las formas más efectivas de combatir incendios forestales. También es necesario entender cuáles son los riesgos, desarrollar planes para prevenir incendios y saber responder en el momento que estos ocurran. Brasil, por ejemplo, ha estado capacitando a grupos indígenas como parte de las brigadas de bomberos para que sean parte de estos equipos durante las temporadas de incendios.
Imagen principal: Incendios forestales en Perú. Foto: Agencia Andina.
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