Actualmente, hay desalojos y desplazamientos internos en cinco departamentos del Paraguay. (Ciencia del Sur)
En julio de 2021, diferentes pueblos indígenas del Paraguay están viviendo un momento crítico y lacerante, sumado a la pandemia, que agudiza el ninguneo hacia ellos. Sin embargo, lo señalado no significa que anteriormente estuvieron bien. Para nada.
Significa que de lo mal que estaban, ahora están atravesando una crisis más intensa debido fundamentalmente a la ambición desmedida de algunos miembros de la sociedad envolvente o blanca (brasileños, brasiguayos y paraguayos). Que –con el afán de tener más y más- echan mano a todo tipo de artimañas legales para desalojarlos de sus tierras y degradarlos social y culturalmente, ante la mirada cómplice, la inacción y los “brazos caídos” de las autoridades.
Los antiguos territorios ancestrales indígenas se convirtieron en enormes extensiones de cultivo de poderosos agroindustriales, a quienes jamás les importó los derechos humanos de los pueblos indígenas.
Las imágenes más comunes de los últimos meses nos muestran un desalojo tras otro, con la cobertura de la parafernalia judicial-policial-mediática, con niños, mujeres (varias embarazadas), adultos y ancianos siendo echados a balazos, perseguidos y arrinconados en algún lejano lugar.
Arrasaron con sus templos, escuelas y modestas viviendas, como el caso de la Comunidad Ka’a Poty 1, de Itakyry (Alto Parana), pertenecientes a la etnia Ava Guarani. Actualmente, después de ser expulsados de su territorio, están acampanando en la Plaza de Armas de Asunción, mendigando justicia.
Violencia planificada
Los desalojos no son coincidencias, ya que todo está planificado: se producen orden judicial mediante, con la numerosa dotación de uniformados y bandoleros bien armados que participan de cada ataque y eso no es casualidad. Demás está decir que los indígenas no estuvieron ni están armados, sin embargo, quienes los desalojan van con todo.
En estos momentos, en la Región Oriental, las más violentadas son todas aquellas comunidades que están en la frontera con el Brasil, preferentemente en los departamentos de Amambay, Kanindeju, Alto Parana. Pero también en Ka’aguasu y San Pedro, y pertenecen a las etnias Paĩ Tavyterã, Ava Guarani y Mbya.
Las niñas y niños de la comunidad Ava Guarani de Ka’a Poty 1 fueron muy afectados por los desalojos y desplazamientos. (Ateneo de Lengua y Cultura Guarani)¿Por qué ocurren estas persecuciones?
Primero, se deben a la desidia de las autoridades y sobre todo a la corrupción de algunos jueces que facilitan las órdenes para los desalojos y de los fiscales que hacen la vista gorda a estos atropellos. Por otra parte, los indígenas resultan un blanco fácil ya que no ofrecen resistencia física ni legal, además no poseen el capital financiero para sobrellevar cualquier acción judicial o constitucional.
Falta la mano dura del Estado para parar de una vez estas acciones ilegales que sacavan la entereza de los pueblos indígenas afectados y de los demás que al ver la inacción de las autoridades se sienten desmotivados y no creen en las mismas.
En el Paraguay del 2021 todavía se discrimina y violenta a los pueblos autóctonos del país. Por supuesto que sí, es más, sin temor a equivocarme, creo que el 2021 es uno de los peores años para los pueblos indígenas. Y el año no termina todavía.
Ellos no forman parte de ningún proyecto de inclusión o de dignificación social. Lo único que sintieron en este año es la persecución, la discriminación, la degradación y la violencia de la sociedad envolvente. Especialmente de ciertos sectores poderosos e inescrupulosos que no escatiman esfuerzos en apoderarse de los territorios indígenas.
Es como si el Old West estadounidense se haya mudado al Paraguay, donde los blancos son los buenos y los indios son los malos. Es una verdadera pena lo que les ocurre a los indígenas del Paraguay.
Impotencia y consecuencias culturales
Tengo contactos con amigos miembros de varias etnias. En Kanindeju, el Ateneo de Lengua y Cultura Guarani tiene becados a más de 30 indígenas Ava Guarani en la licenciatura en lengua guarani. Ellos se sienten impotentes, desprotegidos y atemorizados a causa de tanta injusticia.
Hoy se sienten abandonados; por más que eleven plegarias a su Dios, Él no les responde. Sus templos (sitios sagrados, razón de su vida) han sido profanados y derrumbados por bandoleros y ya no pueden reunirse para hacer sus ñembo’e jeroky (danza sagrada).
Ya no pueden hacer sonar sus takua (instrumento musical de percusión fabricado de caña) ni sus mbaraka (sonajero de calabaza). Su cosmovisión religiosa se alteró y ellos están muy estresados. Viven como limosneros y mendigan el pan diario, sin que esa sea su voluntad. Lo hacen por necesidad.
La señora Marta Martínez, mburuvicha de la Comunidad Ka’a Poty 1, que está acampando en la Plaza de Armas de Asunción, nos contó con dolor y lágrimas todas las barbaridades que pasaron al ser desalojados de sus tierras.
La consecuencia cultural de estas persecuciones es devastadora, ya que estando en su hábitat, contaban con todos los soportes de su cultura y ahora que fueron exiliados forzosamente deben aprender y adaptarse a otros extraños modelos culturales que en nada coinciden con los suyos.
Las ollas populares destacan en los desplazamientos indígenas del Paraguay. (Ateneo de Lengua y Cultura Guarani)Definitivamente estas persecuciones arriesgan negativamente sus costumbres y lenguas, más aun tomando en cuenta que poco o nada se hizo en materia de investigación y rescate de todas esas culturas e idiomas.
Aunque en menor escala, sigue habiendo prejuicios sobre las diferentes etnias autóctonas. Para algunos, los indígenas siguen siendo peligrosos, salvajes, sucios e ignorantes. Hasta hoy existe gente que para insultar a alguien le trata de “indio” con un sentido peyorativo y despectivo.
Pero también de preocupante es que hasta hoy los libros escolares tratan a los indígenas en tiempo pretérito. Son solamente algunas muestras de los prejuicios.
Sin embargo, existe una mayor conciencia que hoy se solidariza con ellos y eso se nota a través de todas las campañas de ayuda que se realizaron y todavía se organizan a lo largo y a lo ancho del país con el propósito de cooperar con ellos en materia de alimentos, abrigos y otras necesidades.
Algunos abogados ya emprendieron una denuncia por violación de los derechos humanos de los pueblos indígenas. (Ateneo de Lengua y Cultura Guarani)
Plantear soluciones
Hay propuestas de soluciones que se deben tener en cuenta sobre la cuestión indígena en el Paraguay. Primero, debemos asegurarles sus territorios. Ya se practicaron muchos censos y estudios y ya se sabe sobradamente cuáles y dónde están esas tierras.
Falta que los parlamentarios sancionen la ley y que luego, con ellos y con su acuerdo, se desarrollen programas de desarrollo sostenible en materia de producción y venta de sus productos, de salud y educación preferentemente.
Ellos no quieren vivir de la mendicidad, necesitan como cualquiera un programa de ayuda financiera para iniciar su producción y vivir de eso, que finalmente les garantizará la vida digna, que siempre se merecieron.
Considero que el Instituto Nacional del Indígena, INDI, debe atender las necesidades y proyectos indígenas a nivel nacional, departamental y municipal. Por otra parte, las grandes entidades binacionales deben brindar los fondos necesarios para lograr el despegue y la consolidación de su desarrollo.
También falta un organizado y efectivo trabajo multisectorial con otros ministerios, como los de Educación, Salud, Hábitat y de la Vivienda, de Trabajo, Agricultura, Industria y Comercio que servirá para garantizarles mejores condiciones de vida.
Pero deberíamos actuar hoy, las comunidades indígenas tienen problemas en el presente y las soluciones deben darse en este tiempo.
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